Es magistral la forma en que fue todo diseñado, en armonía y calce perfecto.
Venimos de donde la verdad es todo, de donde la amalgama es perfecta entre ser y estar.
Que maravillosa libertad aquella de habitar en donde no hay juicio, donde no hay deseo, ni emoción, ni caos; sin embargo quienes creemos que nuestro principal componente es de naturaleza espiritual, también sabemos que ese maravilloso estado es solo nuestro descanso tras haber pasado (y seguir pasando) por todo lo que aquí en este mundo nos da la oportunidad de conocernos, de gobernarnos y de prepararnos para el siguiente paso en este espiral de evolución sin fin, que es nuestra existencia, previo nuestro ascenso al verdadero paraíso que es regresar a la unidad con el Dios uno y trino que Fue, que Es y Será por siempre.
Innumerable seguidilla de nacer y morir, innumerables re-encuentros y desencuentros con los seres que forman parte de nuestra constelación de compañeros en este viaje.
Tanto más fácil sería si pudiéramos conservar a lo largo del transito por el “mundo” la inocencia y honestidad del gobierno del Espíritu, con que llegamos cuando nacemos; que insólito que viniendo de la Luz, tan rápidamente en nuestra existencia terrenal se corrompe la inocencia y honestidad, para comenzar a dar paso lentamente a la oscuridad en la que habitan desde la inconsciencia, hasta la mentira que subyace en todos aquellos deseos que gobiernan y enturbian el alma, y terminan por corromper y ahogar al espíritu.
Y que pasaría si nos regalamos la oportunidad de ver y discernir el trasfondo de nuestros más oscuros estados; si nos llenamos del coraje necesario para mirar de frente cada una de nuestras máximas bajezas y desmembrarlas cual si de una autopsia se tratase; al final toda nuestra oscuridad y bajeza no es más que un muerto que cargamos, vamos ciegos cargando muertos… no es un halagüeño panorama cierto?
Pues bien, te invito a observar, analizar, desmembrar y limpiar todo aquello.
La pregunta: “¿Cómo?”, pues bien es simple, ahí esta por ejemplo “la rabia” entra en ella, pide a Cristo que te guíe, te muestre y te de el discernimiento para entender de donde proviene aquella rabia, como se manifiesta, en que circunstancia, de que se alimenta, que esconde y como te gobierna. Y que hay detrás de esa rabia, tal vez es solo una respuesta a una necesidad inmensa de reconocimiento, tal vez necesitas muchísimo más cariño y afecto del que quisieras reconocer, y la falta de ese cariño genera esa desastrosa respuesta, que en forma de “rabia” toma gobierno de tu vida y oscurece tu vida y la de tu entorno.
Si has logrado reconocer, ver y discernir respecto de ello, pues bien tal vez es momento de que lo sueltes… y la pregunta nuevamente ¿Cómo suelto? , la respuesta: Pide a Cristo que en su inmenso amor te permita perdonar a quien, en caso de ser necesario, tengas que perdonar ¿Qué ganas alimentándote de odio y sed de venganza? ENFERMARTE Y ENFERMAR A OTROS A TU PASO!!
Libérate de las bajezas, libérate de tus estados de oscuridad, perdona y perdónate. Eso nadie lo puede hacer por ti.
Ser libre y encontrar la Paz, es un sendero maravilloso pero estrecho; donde el único equipaje que te sirve es el coraje necesario para ir con los ojos despejados para reconocer, con la mente abierta para discernir, y donde el ejercicio que debes realizar a diario es perdonar para realmente permanecer y vivir!
